Un oficio más que encantador


Ser directora de una revista social, cultural y deportiva no deja de ser una labor con una gran dosis de fascinación.
En este oficio he aprendido más a escuchar que a tanto hablar. Hay que abrir más los oídos, los ojos y especialmente el corazón para analizar y contemplar la gama de posibilidades y matices que surgen de una situación o acontecimiento; luego si podremos tener el criterio para comprenderlo y expresarlo... para crear y pintar en ese lienzo llamado ‘hoja en blanco’.

Cuando se es editor hay que tomar decisiones acertadas, saber reconocer lo valioso y lo pertinente, y en consecuencia, afilar el estilo y olfato periodístico… ese que tanto pretendemos madurar los comunicadores.

Me encanta invitar a otros a involucrarse con mis historias, que son sobre todo fotográficas. Alguna vez escuché que una editora es ante todo anfitriona: invita a que en su casa, que es su revista, se dé esa animada conversación queriendo siempre propiciar el encuentro feliz entre el libro y su lector.

Estas últimas ediciones de la Revista Club Campestre El Rancho han logrado un poco de todo lo anterior, y es para mí de gran complacencia ponerla a su disposición para que conozcan y se sumerjan un poco en este mundo social, cultural y deportivo que aquí vivimos:





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